El día que cumplí 61, Eva, David y yo íbamos hacia el cine cuando me preguntaron:
Ma, ¿cómo te sientes?
“Bien. Bien”, solté.
Pero entre el primer “bien” y el segundo “bien” se me escapó un titubeo. ¿Qué fue eso?, pensé. Me quedé un poco aturdida, sin entender qué acababa de ocurrir.