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Balancear Los Placeres Con La Realidad

Escrito por Isabel Garbanzo


Los acontecimientos que hemos vivido en el último año y medio, por la pandemia, han afectado de una u otra manera nuestro bienestar físico y emocional. Sin tiempo para analizar lo que se nos vino de golpe, tuvimos que adaptarnos, si o si, a situaciones cambiantes semana tras semana y fue así como de pronto nos vimos en la necesidad de manejar situaciones nunca antes vividas por nosotros, con las consecuentes alteraciones en nuestro estado de ánimo, inseguridad, hastío, incertidumbre, angustia, desesperanza entre otros. Muchos vivimos pérdidas de empleo, negocios, disminuciones en las cargas de trabajo y muy tristemente también hemos sufrido la perdida de amigos y familiares queridos.


En toda esta avalancha de situaciones las emociones fueron de un extremo al otro, pasando del miedo al pánico, o de la tristeza a la depresión para luego dar paso al análisis consciente de nuestra esencia, nuestras fortalezas, nuestra capacidad para enfrentar las crisis y adversidades y así dar luz a la esperanza.


Recién empezamos a retomar ciertas rutinas y actividades que nos fueron restringidas, gracias a las cuales aprendimos a valorar lo que realmente nos es esencial como la salud, la familia, las relaciones, la solidaridad y dejar en un segundo plano lo efímero pasajero, superficial, las apariencias, los placeres vanos.

El ir poco a poco retomando la normalidad que ahora tenemos nos da la oportunidad de analizar cómo podemos y queremos manejarla. Podemos resistirnos y seguir añorando volver a como era antes, para en algún momento caer en cuenta que eso no es posible porque “el antes” ya fue, es imposible revivirlo. Y la normalidad que tenemos, la que estamos construyendo podemos abrazarla y ver que oportunidades nos trae.


En los pacientes escucho como algunos han hecho suyos los protocolos de distanciamiento social, decidieron enfocarse en trabajar desde la casa y salir solo cuando sea estrictamente necesario. Coinciden muchos de ellos en el “ya lo he hecho por mucho tiempo, no voy a echarlo a perder al final. Luego de la segunda dosis, retomaré mis actividades sociales cuidándome lo más posible”. A otros escucho decir “estoy harto de tanto encierro, la verdad es que yo me pego la fiesta”. Unos cuantos ni siquiera son conscientes del riesgo de apostar todo por el placer inmediato, y su decir es “siempre salgo con mis conocidos, los mismos de siempre y todo bien”.


Somos libres de elegir en base a la realidad que vivimos y podemos ir posponiendo o sustituyendo nuestros anhelos, necesidades y placeres en aras de un bien mayor en un futuro cercano, en aras de adaptarnos y lograr sobrevivir. O bien podemos elegir no postergar los placeres de las salidas, las fiestas, las reuniones, y hacer caso omiso de la realidad que la pandemia estará aquí por un buen lapso de tiempo y asumir todo lo que esa elección implica. Como con cualquier otra elección, la del placer inmediato o su postergación tiene sus pros y sus contras, y está en cada uno de nosotros asumir las consecuencias que ambas conllevan.


Idealizar que vamos a volver a la vida de antes, como lo anoté anteriormente, deja de lado el hecho de que lo que ya fue, ya fue y como tal está perdido. Podemos atesorar esas salidas, reuniones de amigos, familias extensas e inmensas, ex compañeros de colegio, y conciertos tan lindos que vivimos, el haber respirado toda la vida sin mascarilla, pero ahí difícilmente volveremos y esto hay que aceptarlo aunque sea con un poquito de frustración, pero es necesario hacer las paces con eso. A partir de ese aceptar podemos construir algo mejor en esta nueva realidad y así disfrutar del socializar en medio de lo que ahora es, de lo que ahora tenemos.


Ojalá podamos apostar por postergar por un tiempo más los placeres inmediatos, dada la realidad que estamos viviendo, y logremos encontrar un equilibrio sano para nosotros y para quienes nos rodean.


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