top of page

La Flexibilidad Adolescente

Escrito por Etty Kaufmann Kappari


En una de esas conversaciones que tenemos mi querida amiga y colega Kattia Grosser y yo, hablábamos sobre adolescencia, un tema que nos apasiona a ambas y del que hablamos con frecuencia. Las dos llegamos siempre al acuerdo de que la adolescencia es un tiempo de flexibilidad, de porosidad, de posibilidad. Es un tiempo en el que hay ansias por hacer, por poner en práctica, por aprender y conocer. También es un tiempo en el que se tiene mucha energía y gran capacidad de asombro y de escucha. 


Sin embargo, una de las quejas más frecuentes que se escuchan por parte de los y las adolescentes es que las personas adultas tienden a dar por sentadas muchas cosas que a veces son equivocadas porque, o no les preguntan, o no les creen. En la experiencia de trabajo en colegios o en el consultorio se nota que las y los adolescentes prefieren callar situaciones incluso si estas les ponen en riesgo, porque no confían en el manejo que tienen los adultos de las circunstancias. Con frecuencia dicen: “Mejor no diga nada porque todo se va a hacer más grande”. 


Ahora bien, lo que salta a la vista es que así como algunas personas adultas no parecen confiar en las y los adolescentes, parece que estos y estas tampoco se fían de las personas adultas, cerrándose así los canales de comunicación. El problema que acarrea este fenómeno de desconfianza es que los adolescentes quedan muy solos justo en un momento de alta vulnerabilidad. Entonces, en lugar de señalarse mutuamente, adolescentes y adultos, ¿por qué no pensar en cómo conectar mejor? ¿Cómo crear una relación adecuada entre adultos y adolescentes? 


Finlandia es uno de los países que ha sabido incorporar una visión estratégica en este sentido. Desde ahí se impulsa una lógica de trabajo colaborativo entre docentes y estudiantes. Se enfocan en el aprendizaje más que en la simple transmisión de información. Es decir, el conocimiento no se concibe como algo que se transfiere de docentes a estudiantes —donde unos son activos y los otros, pasivos—, sino como algo que se construye de acuerdo con las capacidades de cada estudiante y de las herramientas metodológicas y tecnológicas con las que se cuenta. Y, claramente, los resultados han sido impresionantes: Finlandia se mantiene en los primeros puestos a nivel mundial en rendimiento académico gracias a una lectura adecuada del estudiantado en general y de la adolescencia en particular.


La adolescencia es un tiempo de flexibilidad, de oportunidades. Cada comunidad educativa, desde sus especificidades, puede aprovechar y potenciar, no solo la convivencia (y la salud mental) sino la mejora de la calidad y de los resultados educativos si le pone el foco a este momento de vida. Vale más preguntarnos cómo hacerlo posible, que quedarnos en la queja de por qué no se puede.


  • Facebook
bottom of page