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Somos gracias a quienes nos cuidaron

Escrito por Isabel Garbanzo


Será porque empiezo a transitar por esa etapa de la vida denominada “adulto mayor” que a veces me encuentro observando la dinámica del cuido de adultos mayores. Por contingencias de la vida ahora coincido, más a menudo con personas que cuidan a sus adultos mayores y en sus miradas, gestos y palabras percibo el cariño, la preocupación, la entrega genuina. En otros, muy al contrario, se asoma la frustración, el enojo, la obligación, la justificación y una que otra vez un dejo de remordimiento.


En la mirada de algunos de esos ancianos, me enternece percibir dulzura, agradecimiento y paz, mientras que en otros, duele ver cómo se asoma la tristeza, la soledad y algo de desamparo .


La vida es un ciclo que inicia con el nacimiento, se encamina hacia la juventud, arribando a la adultez, para luego en el ocaso de la vida llegar a la vejez. Venimos y vamos, y en el círculo de la vida todo regresa, aunque de diferente manera.

En el cuido de los adultos mayores, podemos ver la semejanza con el cuido de los niños, dada la similitud de algunas de las necesidades que ambos tienen. Vemos como de niños somos incontinentes y el cambio de pañales es parte del día a día. De igual manera la incontinencia es parte del diario vivir de un adulto mayor, el uso y cambio de pañales ahí está, solo que ahora con la pena de haberse orinado o defecado sin poder hacer nada para evitarlo.

De niños no somos capaces de desplazarnos de un lado a otro con facilidad, nos llevan y nos traen, empujando el coche, estando atento a la andadera, sosteniendo nuestra mano. Todo esto con cuidado por el riesgo de caer en cada uno de nuestros movimientos. Ya de adultos mayores la movilidad se reduce y volvemos a necesitar del apoyo de la andadera, el bastón o la silla de ruedas, así como del cuidado por el riesgo de una caída y fracturas.

De niños tampoco podíamos comer solos y quienes nos cuidaban se inventaban premios o juegos como el del avioncito para lograr que comiéramos, muchas veces con poca colaboración nuestra. De adultos mayores el avioncito no regresa, porque quizá hay poca paciencia, sin embargo ahí retorna la dificultad de llevar la comida a la boca.

De niños nuestros pequeños cerebros necesitaban estimulación para desarrollarse, ahí estaban entonces las crayolas, los juegos, los bloques y demás. De ancianos están las sopas de letras, las manualidades, los crucigramas, las lecturas que mantengan estimulado el cerebro.

De niños las salidas a parques infantiles contribuían a desarrollar nuestra psicomotricidad. De adultos mayores, el parque ya no es infantil, ahora es quizá una sala de rehabilitación o un fisioterapeuta, quien ayuda a mantener la agilidad, el equilibrio, la fuerza y estabilidad. O si hay más suerte, lentas y apacibles caminatas en los parques aledaños.

Como vemos, son muchas las similitudes entre la etapa de inicio y la del ocaso de nuestra vida y en ambos extremos es necesario que se nos cuide, con cariño, atención, paciencia y dedicación…

Porque al niño a veces se le cae la cuchara, el vaso, o cualquier otro artefacto y también le pasa al anciano.

Porque al niño no le da tiempo de llegar al baño y termina mojando su ropa, lo cual también le sucede al anciano, sin que pueda controlarlo, y por ello se avergüenza e incómoda.

Los niños lloran a menudo, por las razones que sean, y los ancianos lloran a veces de nostalgia, tristeza, frustración o soledad.

Es doloroso para un niño no ser tomado en cuenta, hablar y que no le presten atención, como si no le importara a los adultos. También es doloroso para un anciano no ser escuchado, no ser tomado en cuenta, ser ignorado, regañado o criticado.

Somos lo que somos gracias a quienes, de niños, nos prodigaron tiernos cuidados. Y como la vida es un ciclo, vale la pena preguntarnos: ¿Y ahora que como adultos nos corresponde cuidar a nuestros ancianos realmente lo hacemos con el amor que ellos merecen? Y de nuevo, como la vida es un ir y venir, y todo vuelve aunque de diferente manera, ¿Será que como cuidamos a nuestros ancianos así seremos cuidados?


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