Escrito por Isabel Garbanzo
La amistad es la más libre de las relaciones ya que nace y se sostiene desde la libertad de elegir y ser elegido, sin presiones externas. En la amistad existe la libertad de estar y permanecer, no hay legalidad que la regule. La importancia que en la vida tiene la amistad, surge precisamente de las condiciones mismas que determinan su existencia.
En la amistad no hay deber ni obligación, nadie está obligado a tener amigos o a ser amigo nuestro. Lo que sí es fundamental es estar claros que la amistad tiene una ética propia, sin ella, la amistad no es posible. La amistad se basa en el afecto, en el respeto mutuo, en la transparencia, en la confianza, en ser bondadoso mutuamente.
Sigmund Freud (padre del Psicoanálisis) decía que un egoísmo bien entendido es necesario para vivir, pero que tenemos que amar para no caer enfermos. El amor tierno, fraternal que se cultiva en la amistad es un bálsamo que cura las heridas de la cotidianidad. Con el amigo se comparten penas, alegrías, triunfos, amores, desamores, perdidas, con él festejamos nuestros logros, y encontramos consuelo en nuestras derrotas. Con el amigo podemos pensar en voz alta sin temor a ser juzgados, si hay crítica ésta será constructiva, basada en la buena fe, confiados en que esa crítica se sustenta en el afecto.
La forma en cómo somos, o sea cómo pensamos, sentimos, actuamos, y como nos relacionamos con los otros, está dada por nuestra historia, y fundamentalmente por los vínculos parentales y fraternos. La representación interior que tenemos de nuestros padres y hermanos, transformados, fantaseados, se trasladan a las relaciones futuras de pareja, de trabajo y de amistad.
Los sentimientos intensos que despiertan los amigos se atribuyen al vinculo fraterno. Es por eso por lo que muy a menudo se dice y se vive la amistad como una familia escogida, como una hermandad elegida. Esos que escogimos para amar fraternalmente. En la amistad se sublima los sentimientos ambivalentes, la agresividad y el erotismo se inhiben para transformarse en sentimientos de ternura, de cariño, de tolerancia y aceptación.
El amigo es aquel en quien vemos reflejada nuestra forma de ver el mundo. Del amigo se espera fundamentalmente respeto y tolerancia a las diferencias que nos constituyen como seres únicos e irrepetibles. La confidencialidad de que podemos abrir toda nuestra intimidad solo es posible en un ambiente de confianza mutua.
En nuestra época tan mediada por la virtualidad existe la tendencia de confundir la amistad con otro tipo de vínculos que suelen ser solo “contactos”, “conocidos” y muy a menudo puede llamarse amistad a un vínculo que no lo es.
En la amistad no hay celos, rivalidad, competencia o deseos de exclusividad. Estos sentimientos son propios de otro tipo de vínculos, aunque a veces no se es consciente de esto.
No se puede ser amigo de quien no quiere serlo y si el deseo que vio nacer una amistad decae la amistad tiende a desaparecer. La meta de la amistad es el cultivo de ésta, y para que perdure en el tiempo es preciso cuidarla, cultivarla, fortalecerla.
Donde sea que nos desenvolvamos socialmente, podemos hacer amigos. Naturalmente con el pasar de los años, con el cambio de las circunstancias y dependiendo de las etapas que vivamos algunas amistades permanecen, otras se transforman y otras tantas desaparecen. No son, ni somos amigos tan intensos como lo fuimos en nuestra época de adolescencia, por ejemplo, donde lo fueron y lo fuimos como sostén para independizarnos de los lazos familiares. Ya en nuestra vida adulta donde estamos llamados a producir y cumplir con obligaciones de la vida, de los amigos esperamos que sean aquellos con quienes podamos compartir inquietudes e intereses. Los consejos y puntos de vista de nuestros amigos nos ayudan a poner en perspectiva muchas experiencias.
Ya en nuestros años de adultos mayores, poder disfrutar de la compañía y asistencia de los amigos hará más llevadero las limitaciones que vienen con esta etapa de nuestra vida. Lo rescatable es que, en cualquier circunstancia y momento de la vida, la presencia del amigo es aquella en que podemos ver reflejada otra mirada de nosotros mismos que enriquece y fortalece nuestra identidad.
Contar a lo largo de las etapas de la vida, sin importar por cual vamos, con amigos que nos prodiguen afecto, respeto mutuo, transparencia, confianza, y bondad es algo de agradecer cada día, todos los días.
A todos mis “AMIGOS” gracias por serlo…
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