Escrito por Isabel Garbanzo
De niña ella ya se ideaba un plan para el futuro… la educación era la puerta que abriría para salir del círculo disfuncional en que la familia vivía inmersa.
A los nueve años caminando por las calles de su pueblo, de repente, se encontraba pensando que el primer peldaño para llegar a esa puerta era terminar la primaria para luego ir al “cole”.
A los diecisiete, ya en décimo año recorría los pasillos del colegio y en su mente el plan iba tomando más forma. Los peldaños siguientes eran la universidad, una profesión, un empleo, comprarse una casa…y a los treinta tener un hijo.
Era, según ella, un buen plan, pensado sin saberlo, desde y para la maternidad.
Recorrió cada peldaño tal y como lo ideó inicialmente. A los treinta estaba concretado, tal cual lo pensó.
Sin embargo…
Trabajaba largas jornadas para darle a su retoño lo mejor de lo mejor en salud, vivienda, educación, alimentación y esparcimiento. Conforme pasaban los años las jornadas laborales se intensificaron para lograr sostener ese estilo de vida. Ella pensaba que se trataba de DAR en el plano material, sin saber que esto era muy desde sus carencias infantiles.
Al pasar de los años, de pronto un día, con espanto y consternación vio el enojo, el dolor y el resentimiento en los ojos de su retoño, quien ya en la etapa de la joven adultez, le reclamaba nunca haber estado ahí presente, haberlo dejado al cuidado de las empleadas domésticas por darle prioridad a su trabajo…ese mismo con el que ella soñó desde que era niña para luego un día lograr ser madre.
Esta niña, ya hoy adulta mayor, no se da por vencida y cae en cuenta cómo su plan obvió el cuidarse de no caer en la trampa del TENER. Fue así como se perdió del ESTAR ahí presente, desde esa maternidad anhelada desde siempre. Ella continúa intentando reparar y construir algo diferente para con su hijo. Hoy vive un día a la vez…ya no hay planes a futuro, solo agradecer por cada intento, por cada gesto, por cada mirada y cada abrazo.
Cada vez que escucho a esta señora me convenzo de que lo mejor que podemos DAR a nuestros seres queridos está más del lado del cariño, del tiempo, de la escucha, del apoyo, de la validación y empatía, y mucho menos de las cosas materiales y efímeras.
El plan de vida para con los que amamos tiene que girar alrededor del ESTAR ahí para ellos y DAR-NOS a ellos desde nuestro SER, ahí donde no media el dinero.
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